Un trabajo que ames

Hace un tiempo, oí por primera vez en boca de mi amigo Julián el proverbio chino que promete que si eliges un trabajo que ames, no tendrás que trabajar ni un día en tu vida. Desesperada porque era ya mi último año en la escuela de Derecho y luchaba todos los días por levantarme a paralegalear, me refugié en esta esperanza. Algún día encontraría un trabajo que amara y entonces sí, todas mis situaciones laborales estarían resueltas para siempre.

Cuatro años después, comencé a trabajar en este lugar donde tengo ya dos años. Desde la inducción, me aprendí bien el eslogan del personal: "Algo grande está pasando, ¡qué bueno que soy parte!", y a lo largo de este tiempo, todos mis amigos más cercanos me han oído repetir el lema al menos una vez.




Mi trabajo es una perfecta combinación de cosas que me encantan.
Me emociona mejorar las vidas de niños, niñas y sus familias a través de lo que hago y me alegran todas las cosas que tengo la oportunidad de crear, el diseño de herramientas, los talleres, los encuentros con familias, reuniones con autoridades… ¡todo lo disfruto!



Sin embargo, no he llegado aún a esa “tierra prometida”, donde "cada día de mi vida", siento que no estoy trabajando.


Porque si bien entiendo que soy lo suficientemente afortunada de ir todos los días a un lugar que me encanta, con gente a la que quiero muchísimo; aunque sigo sumamente entusiasmada de poder hacer lo que hago desde el Estado y me honra ser servidora pública; aunque estoy comprometidísima con esta política y le dedico gran parte de mi energía… todavía no me gusta levantarme temprano. Aun así, me cuesta salir de madrugada al interior varias veces al mes y regresar a casa de noche. Todavía, en mi nube del “trabajo que amo”, hay muchas cosas que se me dificultan.

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Y esta experiencia, de no disfrutar todos los detalles, me ha enseñado. Me ha enseñado a no sobre-romantizar las cosas. Me ha enseñado que aquello que vale la pena, trae muchas veces eso: la pena.
He descubierto que por todas las cosas hay que luchar y que nada es inmejorable. He aprendido y sigo aprendiendo, que nunca en la vida, una se halla en esa situación ideal, donde todo es perfecto. Que la vida no te da un “edificio” terminado para que te mudes, sino que te regala ladrillos y vas construyendo, día a día, el futuro en el que quieres vivir.

En todas las circunstancias, sean de trabajo, familiares, relacionales o de pareja, siempre habrá cosas que nos gustarán, y otras más que querremos (aunque no siempre podremos) cambiar. Así que, para mis adentros, he cambiado el adagio. Ahora me digo a mí misma, “Elige un trabajo que ames y está dispuesta a pagar el precio.”.

Comentarios

  1. Me encanta! Gloria a Dios Ansel, que te permite ver las cosas tan claras, que aún siendo un trabajo de muchos sacrificios; Él te permite disfrutarlo y que seas una gran bendición para cada uno de aquellos que le extiendes tus manos, cuerpo, alma y corazón.

    Soy de la que he escuchado esto más de 2 veces " Algo grande está pasando, y qué bueno que soy parte" y lo he aplicado en cada una de las oportunidad donde se me permite invertirme de una u otra manera, no siendo el centro ni la más pro pero si formando parte del mismo cuerpo por lo cual es una mayor bendición. Dios te bendiga mucho Anse,l te quiero mucho.

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    1. ¡Muchísimas gracias, Melanina! sabes que yo también te quiero un montón. Doy gracias al Señor por Su gracia sobreabundante y pido que ponga Su sabiduría y amor en mí. Un abrazo GRANDEE.

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