Sol, playa y arena*

Antes de anoche, mientras pintaba las paredes de mi casa (sí, por fin estoy sacándole ese verde horrible, pero las malas elecciones serán motivo de otro escrito :p) tenía desde el cuarto el radio encendido, con Disney a to’ lo que da.

Cuando estaba más cerca de la puerta, tocaron “La Melodía”, una de las canciones más recientes de Joey Montana. Era la segunda vez que la escuchaba, pero en esta ocasión le presté un poco más de atención que hace dos semanas. Por un rato, me quedé repasando esos versos que me cautivaron; él parecía haber encontrado lo que todos buscamos: ¡la felicidad de una vida sin complicaciones!

Mientras rolo en mano, tarareaba con desenfado aquella melodía, me puse a pensar en las tantas decisiones que tomamos por ir en pos de la diversión. Renunciamos a un trabajo, “porque el jefe embroma mucho”, dejamos relaciones “porque fulano está insoportable”, o decidimos irnos del país “porque en este hay muchos problemas”.

Honestamente, sé que hay situaciones que se tornan inaguantables… pero pensándolo un poquito más, (y siendo sincera conmigo misma) puedo decir que la mayoría de las cosas que abandonamos no son tan intolerables como parecerían en un momento de hastío. Y es que si en una ocasión tomamos un empleo, nos embarcamos en un proyecto o decidimos compartir con una persona, generalmente fue porque encontramos en ello algún atractivo, que nos impulsó hacia esa dirección.

Quizás las cosas no salieron como esperábamos por eso de que “escobita nueva barre bien”, pero es precisamente por esto que resulta infantil e incluso irrazonable, pensar que tomando un avión llegaremos a Wonderland, que existen panaceas que como el noni, “todo lo resuelven” o que encontraremos a alguien con quien tener una relación perfecta.

Lamentablemente, la vida no es un carnaval y lo que en un momento parecería el “santo remedio”, terminará frustrándonos con sus propios problemas, si no forjamos en nosotros esa capacidad de aguante. Uno de los ingredientes de eso a lo que llaman “madurez”, es el saber distinguir entre lo que podemos dejar y lo que queremos conservar, y una vez encontrado esto último, aprender a luchar en contra de las complicaciones, sabiendo bien que nada ni nadie es sólo sol, playa y arena.



Glow on,
Ansel*


(PD: Les dejo con el videíto, para que se entretengan un chin ;)).

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